Tenemos confiadas a nuestras gentes palabras que resultan venerables y que constituyen la llave del tesoro de las experiencias de antepasados que trajeron, amaron y sufrieron en tiempos pretéritos, por poner un ejemplo que aún va de boca en boca lo acontecido en el pueblo de Valdecea, donde una vecina del lugar por no haber sido invitada al bautizo del primogénito de su vecino, envenenó la fuente del pueblo, causando la muerte a todos los habitantes menos al recién nacido y a ella.
Leyendas fantásticas como la de San Bartolomé, que saltando con su caballo y lanzando su espada desde lo alto de la montaña formuló la siguiente frase: “allá donde caiga mi espada se hará mi morada”.En ese lugar se construyó la Ermita que lleva su nombre. Hoy en día se pueden todavía observar las huellas dejadas por su caballo en el famoso “Salto de Caballo”.
Y para finalizar, nuestro increíble relato, la famosa Leyenda de la Cueva de las Polvoristas, donde una mujer mora conseguiría un fabuloso tesoro superando tres pruebas que se hallaban escondidas debajo de tres piedras. No recordamos el final de la leyenda, pero sí podemos decir que todos los niños del pueblo iban en busca del tesoro, levantando una por una todas las piedras, para ver si debajo de alguna de ellas se encontraba el tesoro.